Al norte del territorio griego se encontraba la región de Macedonia que, aprovechando la debilidad con la que se encontraba Grecia al finalizar la Guerra del Peloponeso, la conquistó.
La invasión de Grecia estuvo dirigida por Filipo II, rey de Macedonia quien la sometió el año 338 a.C. en la batalla de Queronea. A su muerte, su hijo Alejandro Magno, que gobernó durante los años 336 al 323 a.C., continuó con la idea de la creación de un gran imperio en cuya cima se encontraría Macedonia. Las campañas militares de Alejandro Magno fueron un éxito, dao que además de conquistar Grecia, hizo lo mismo con el Imperio Persa, con Egipto y otros territorios, llegando incluso hasta India.
A pesar de que este imperio macedónico se desintegró rápidamente tras la muerte de Alejandro Magno en el 323 a.C., el crisol cultural que se formó del contacto entre el mundo greco-macedonio y los demás territorios conquistados se mantuvo hasta la anexión de Egipto por los romanos (31 a.C.). Este período se denomina helenismo y se caracteriza por el dominio de la cultura griega y por el surgimiento de importantes centros urbanos como Antioquía, Pérgamo y Alejandría.
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